sábado, 1 de julio de 2017

Los brazos de mi madre

Querida mamá:

Tus manos son dos aves tempraneras, que por medio de su canto elevan una plegaria hacia el cielo, pidiendo por la guía divina de este hijo tuyo. Sé que a mi regreso encontraré ese abrazo que me has reservado bajo tu regazo.
Muchas son las veces que me he jurado, no dejar de ver tus ojos, pues ¿cómo podría? ¡Si la luz de tu mirada está vigilante para impedir que me mis pasos se desvíen!
Madre,  tú antes, tú después… presente estás en la hondura de mis pensamientos y sufrimientos, así como en cada alegría que aflora en mí
Tus manos me hablan con silencios cuando presientes que necesito estar a solas con mis luchas internas. 
 Es por eso, tan sólo por eso y por todo eso, madre mía… que cuando nos marchemos buscando el infinito, tanto tu huella como la mía viajarán siempre unidas.
Mi mamá querida... esta carta es para ti, feliz día, te amo.

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