Nos dicen que a tus años y a mis años ya no tenemos edad para amarnos.
Que nos espera por todo hogar las cuatro paredes de un asilo, como única ventana la luz de un televisor, como única emoción las partidas de cartas, como única compañía el calor de un animal y como única esperanza esperar un nuevo día.
Ni tus sentimientos ni los míos tienen arrugas, están limpios, claros a la luz de nuestros ojos.
Vivir nuevas emociones, inventar nuevos besos, recorrer nuevos senderos. Antes de volver a encontrarte vagaba como un minero sin luz, entre frías galerías de infinita oscuridad azul, excavando cada día, con mis manos, una nueva razón para vivir.
Pero ahora tú eres mi faro, mi razón única, mi esencia.
Quiero volver a pasear mis dedos por tu melena, a que vuelvas a sonreír con mis tonterías, a tomar un helado compartido, a acariciarnos en la oscuridad y abrazarnos hasta el amanecer.
Quiero volver a pasear mis dedos por tu melena, a que vuelvas a sonreír con mis tonterías, a tomar un helado compartido, a acariciarnos en la oscuridad y abrazarnos hasta el amanecer.
El tiempo ha pasado y nuestras vidas han corrido y tropezado muchas veces. Maldigo a la parca que ha jugado con los hilos de nuestro destino.
Pero ahora volvemos a unirnos, no en nuestra hora final, sino en una nueva hora primera.
Pero ahora volvemos a unirnos, no en nuestra hora final, sino en una nueva hora primera.
Que a tus años y a los míos
vamos a amarnos
hasta el último suspiro.
vamos a amarnos
hasta el último suspiro.
Autor: Antonio Rodríguez Dosantos
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